viernes, 7 de diciembre de 2012

La mano de Berta






Otra vez Alfredo refiriendo a sus amigos la misma situación. El relato se había transformado en ritual a fuerza de ser repetido. Las mismas carcajadas en los mismos momentos. Aquella noche de juerga dio para mucho, especialmente cuando Berta le metió mano por detrás. Cuántas veces escuchando cómo se le había puesto dura, pese a estar borracho, al tacto de la mano de la mujer imaginada en su paquete… ¡qué cachondeo provocaba ese pasaje en sus amigos!

Ernesto, como todos, llevaba oyéndoselo contar durante 20 años y, a estas alturas, no era cuestión de confesarle que la mano de Berta era la suya. Total… era Alfredo el único que lo desconocía. Y esa era la gracia.


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